Siempre es interesante escuchar a Adrián Suar. En el año cero después del cierre de Polka, su productora con la que marcó el pulso de la televisión y el cine en Argentina de los últimos 30 años, es líder en teatro (Felicidades) y plataformas (Envidiosa) mostrando esa capacidad de reinvención permanente. La suya es una palabra autorizada en lo referido a la industria del espectáculo. Y más en este contexto, en el que se debate el rol del Estado en la producción cultural, con el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) en el centro de la polémica. Y, sobre todo -como él mismo lo manifestó-, cuando es un tema del que le gusta hablar demasiado.
En diálogo con Viviana Canosa en Viviana 630 (Radio Rivadavia), el creador de Poliladron, explicó por qué elige esta postura: ”Me di cuenta que soy una persona fuerte, me gusta hablar de política, pero me gusta un debate cuando se puede dialogar. Me alejan el autoritarismo, el fascismo, me encanta aprender”, señaló el actor, y recordó una experiencia personal. “Cuando hablé de política y salieron los trolls y los que no eran trolls, con tanta agresión, reconozco que no lo aguanté tanto con el cuerpo. No me gusta la mentira, no me gusta que se diga cualquier cosa, porque te psicotizás”, reveló. Y volvió a justificar su postura.