La industria textil de indumentaria en Argentina enfrenta un escenario complejo, marcado por la deslocalización de eslabones productivos, la competencia con importaciones (especialmente de Asia) y las dificultades para sostener cadenas de valor integradas. En un proceso de larga data, muchas empresas externalizan procesos como el corte y la confección, a talleres informales o a provincias con menores costos laborales, mientras que la producción de insumos depende cada vez más de las importaciones.
El contexto cambiante de políticas económicas -con ciclos de restricciones y aperturas a las importaciones, controles y descontroles cambiarios, expansión y ajustes fiscales- ha generado presiones sobre toda la economía y en particular, sobre el sector. Algunas empresas han logrado sostenerse mediante la producción de nicho (como indumentaria para clubes o selecciones nacionales), mientras que otras han cerrado o reducido operaciones, trasladando parte de su producción a países vecinos con menores costos y más actividad. El problema de los costos incluye un componente de competitividad espuria de la economía argentina. En efecto, los ciclos de depreciación y apreciación cambiaria (influenciados por picos inflacionarios), en economías abiertas, modifican la competitividad y los costos relativos de las industrias de un día para otro.
El Caso “Textil Com/MoM Sport” en Catamarca: vaciamiento y Conflictos Laborales
Según información periodística, el conflicto en la exfábrica MoM Sport (antes Textil Com) en Catamarca ejemplifica los problemas estructurales del sector: despidos masivos, falta de pago de salarios e indemnizaciones, y denuncias de vaciamiento empresarial con presunta complicidad de hacer y no hacer del estado provincial.
Las trabajadoras denunciaron que, durante la madrugada del 8 de mayo, máquinas embargadas por la Justicia, que garantizaban el pago de deudas salariales, fueron retiradas ilegalmente de la fábrica. Según testimonios, el único que tenía acceso al galpón era el Director de Capacitación de la Dirección Provincial de Formación para el Empleo (del entonces Ministerio de Industria, Comercio y Empleo), lo que generó sospechas de complicidad oficial. Por esta razón, ex empleadas realizaron protestas frente al Ministerio de Producción en el CAPE (Centro Administrativo del Poder Ejecutivo), exigiendo respuestas sobre el destino de las máquinas y el cobro de salarios adeudados (que superan los 110 millones de pesos, cubriendo solo a 10 de las 130 afectadas).
Las trabajadoras denuncian que, pese a promesas de reactivación de la planta o la incorporación a cooperativas textiles (como si eso fuera potestad o voluntad del gobierno), no hubo avances concretos. Además, acusan al gobierno provincial de no garantizar la custodia de los bienes embargados, lo que facilitó su desaparición.
Mientras grandes marcas optan por tercerizar producción en talleres low-cost o importar desde países con mano de obra más barata, algunas pymes argentinas intentan competir con producción local sostenida por contratos en mercados institucionales (estatales o clubes). Sin embargo, casos como el de MoM Sport reflejan la vulnerabilidad del sector, donde la falta de financiamiento, la inflación, un dólar barato, y la apertura importadora, profundizan las crisis.