La protesta salvaje de los sindicalistas aeronáuticos de la semana pasada fue un punto de inflexión para Javier Milei. Los testimonios de los pasajeros que estuvieron horas encerrados en aviones por un paro llevaron al Presidente a poner en marcha el implacable método que activa ante algunos conflictos que asume de manera personal. Lo aplicó con los piqueteros, en el principio de su gobierno, y lo volvió a usar, semanas atrás, ante el reclamo universitario. Lejos de sentirse incómodo, el primer mandatario no rehúye los conflictos, sino que hasta los enfrenta sin pruritos. Son peleas que se generan en torno al mismo problema: repartir las pérdidas en tiempos de “no hay plata” y déficit cero.
Hace muchos años -por junio de 2001- la sociedad tenía con Aerolíneas Argentinas un vínculo de pertenencia y afecto. Eran tiempos en que los carteles “Todos Somos Aerolíneas” aparecían pegados en las casas y las lunetas de los autos. Épocas de una privatización fallida que derivó en la posibilidad de una quiebra y la decisión del Estado de salir al rescate después de una campaña de los sindicatos aeronáuticos, que llegaron a cruzar un Jumbo en una pista en Ezeiza como modo de protesta. Un insólito piquete aeronáutico que fue noticia en varios diarios del mundo.